Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 3 de diciembre. Amas al mundo o amas a Dios. 

1 Juan 2:15-17 NTV. No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. [16] Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; [17] y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre.

Hay creyentes que piensan que el amor al mundo es solamente un asunto externo que tiene que ver con aquellos con quienes nos relacionamos, los lugares que frecuentamos y las actividades que practicamos. Sin embargo, el amor al mundo también es un asunto interno del ser humano porque comienza en el corazón y se caracteriza por tres actitudes: 1) un intenso deseo por el placer físico, o sea, una preocupación excesiva por satisfacer los deseos físicos; 2) un deseo insaciable por todo lo que vemos, o sea, codiciar y acumular cosas e inclinarse ante el dios del materialismo; y 3) el orgullo de nuestros logros y posesiones, o sea, estar obsesionados por obtener y mantener un elevado nivel social o que los demás nos consideren importantes.

En Génesis 3:6 vemos que la serpiente tentó a Eva en estos tres aspectos, y en Mateo 4:1-11, cuando el diablo tentó a Jesús en el desierto, esas fueron sus tres áreas de ataque. En contraste con el mundo, Dios valora que las personas tengan control propio y un espíritu generoso, y que se comprometan a servir humildemente.

Podemos aparentar que evitamos los placeres del mundo mientras guardamos actitudes mundanas en el corazón. Sin embargo, al igual que Jesús, también es posible amar a los pecadores y pasar tiempo con ellos y mantenernos fieles a los valores del reino de Dios. Y por eso nos podemos preguntar: ¿Cuáles son los valores más importantes para nosotros? ¿Nuestras acciones reflejan los valores del mundo, o los de Dios?

Finalmente, cuando tenemos deseos intensos de adquirir bienes materiales y disfrutar placeres pecaminosos, posiblemente se nos haga difícil aceptar que esos objetos que tanto deseamos se acabarán algún día. 

Quizá sea más difícil todavía creer que la persona que hace la voluntad de Dios vivirá para siempre. Sin embargo, esa era la convicción de Juan, la cual estaba basada en la vida, la muerte, la resurrección y las promesas de Jesús. Ser consciente de que este mundo de maldad se acabará puede animarnos a resistir los placeres pecaminosos temporales de este mundo a fin de hacer la voluntad de Dios y luego disfrutar de lo que él ha prometido para la eternidad.

Vamos a orar. 

Amado Dios, ayúdame a ser consecuente en mi manera de ser y mis maneras de pensar y llevar a la práctica lo que hago. Solo tú sabes que aún no he resuelto muchas lías y problemas que tengo con el mundo y, así mismo, sabes cuánto me falta conocerte para amarte más y hacer tu voluntad y no la mía. Renuévame, Señor, te lo pido, en el nombre de Jesús, amén.

Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 2 de diciembre. Obediencia o rebelión. 
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 4 de diciembre. Dios me sabe rescatar. 

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