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Salmo 116:7 NVI. ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!
Al terminar un año más de vida, muchos de nosotros podemos hacer balances y seguramente en ese ejercicio, vamos a encontrar que hemos pasado por situaciones difíciles y al mismo tiempo reconocer que cuando hemos salido de ellas, ha sido Dios quien nos ha mostrado el camino y nos ha abierto las compuertas, llenas de respuestas que nos han permitido salir a flote de nuevo.
Por eso, al terminar un nuevo año, no hay mejor remedio para el corazón que agradecer y agradecer y agradecer a Dios por tantos milagros que ha hecho en nuestras vidas y por la manera incondicional como nos ha sustentado.
Por eso dice el verso (Salmo 116:7 NVI): ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!; y esa es la verdad, para todos nosotros. Dios ha sido bueno, aun en medio de nuestras inconformidades o de nuestras imperfecciones o de nuestras caídas al abismo, Dios ha sido bueno contigo y conmigo, y no dejará de hacerlo, porque Él es nuestro papá y un papá nunca se rinde ni se cansa, como lo dice el verso (Isaías 40:28-29 NTV): ¿Acaso nunca han oído? ¿Nunca han entendido? El SEÑOR es el Dios eterno, el Creador de toda la tierra. Él nunca se debilita ni se cansa; nadie puede medir la profundidad de su entendimiento. [29] Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles.
Vamos a orar.
Amado Dios, terminando este año, solo puedo decirte gracias, pues no has dejado de estar allí todos los días de mi vida y en cada una de mis situaciones y desvelos. Has sido tú, y siempre has estado allí. Has sido bueno conmigo y con mi familia y, aún más que eso, has hecho realidad los anhelos y los deseos de mi corazón. Hoy mi alma está tranquila, Señor, pues sé que aunque me desvíe a derecha o a la izquierda, eres tú quien guía mi camino y quien me indica suavemente la dirección que debo tomar. Abre mis ojos para verte más y mis oídos para escucharte todos los días de mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 29 de diciembre. El Señor ha sido bueno contigo.
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Salmo 116:7 NVI. ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!
Al terminar un año más de vida, muchos de nosotros podemos hacer balances y seguramente en ese ejercicio, vamos a encontrar que hemos pasado por situaciones difíciles y al mismo tiempo reconocer que cuando hemos salido de ellas, ha sido Dios quien nos ha mostrado el camino y nos ha abierto las compuertas, llenas de respuestas que nos han permitido salir a flote de nuevo.
Por eso, al terminar un nuevo año, no hay mejor remedio para el corazón que agradecer y agradecer y agradecer a Dios por tantos milagros que ha hecho en nuestras vidas y por la manera incondicional como nos ha sustentado.
Por eso dice el verso (Salmo 116:7 NVI): ¡Ya puedes, alma mía, estar tranquila, que el SEÑOR ha sido bueno contigo!; y esa es la verdad, para todos nosotros. Dios ha sido bueno, aun en medio de nuestras inconformidades o de nuestras imperfecciones o de nuestras caídas al abismo, Dios ha sido bueno contigo y conmigo, y no dejará de hacerlo, porque Él es nuestro papá y un papá nunca se rinde ni se cansa, como lo dice el verso (Isaías 40:28-29 NTV): ¿Acaso nunca han oído? ¿Nunca han entendido? El SEÑOR es el Dios eterno, el Creador de toda la tierra. Él nunca se debilita ni se cansa; nadie puede medir la profundidad de su entendimiento. [29] Él da poder a los indefensos y fortaleza a los débiles.
Vamos a orar.
Amado Dios, terminando este año, solo puedo decirte gracias, pues no has dejado de estar allí todos los días de mi vida y en cada una de mis situaciones y desvelos. Has sido tú, y siempre has estado allí. Has sido bueno conmigo y con mi familia y, aún más que eso, has hecho realidad los anhelos y los deseos de mi corazón. Hoy mi alma está tranquila, Señor, pues sé que aunque me desvíe a derecha o a la izquierda, eres tú quien guía mi camino y quien me indica suavemente la dirección que debo tomar. Abre mis ojos para verte más y mis oídos para escucharte todos los días de mi vida, en el nombre de Jesús. Amén.
MIguel Montes