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Salmos 5:3 NTV. SEÑOR, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.
Cada vez que despertamos a un nuevo día, tenemos la necesidad de realizar tareas y de ajustar cosas, pues es una acción de la conciencia recordarnos lo que hicimos y lo que tenemos que hacer.
Por eso, dice el verso que cada mañana, al despertar, esa conciencia de que necesitamos un salvador y un ayudador, no debe desprenderse nunca de nuestras vidas, pues si algo tenemos y algo pretendemos tener, todas esas cosas solo podrán venir de Dios.
La realidad es que cuando le hablamos a Dios, como lo dice el verso, Él nos escucha; y si apenas despertamos a un nuevo día, lo primero que viene a nuestra conciencia es la certeza de que tenemos un Dios que lo sabe y lo hace todo, le podemos pedir de nuevo todo lo que necesitemos, y con toda seguridad, solo tendremos que esperar de manera confiada una respuesta que provenga de lo alto.
Vamos a orar.
(Salmos 5:1-3 NTV) Oh SEÑOR, óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido. [2] Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque solo a ti dirijo mi oración. [3] SEÑOR, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 12 de Enero. Cada mañana.
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Salmos 5:3 NTV. SEÑOR, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.
Cada vez que despertamos a un nuevo día, tenemos la necesidad de realizar tareas y de ajustar cosas, pues es una acción de la conciencia recordarnos lo que hicimos y lo que tenemos que hacer.
Por eso, dice el verso que cada mañana, al despertar, esa conciencia de que necesitamos un salvador y un ayudador, no debe desprenderse nunca de nuestras vidas, pues si algo tenemos y algo pretendemos tener, todas esas cosas solo podrán venir de Dios.
La realidad es que cuando le hablamos a Dios, como lo dice el verso, Él nos escucha; y si apenas despertamos a un nuevo día, lo primero que viene a nuestra conciencia es la certeza de que tenemos un Dios que lo sabe y lo hace todo, le podemos pedir de nuevo todo lo que necesitemos, y con toda seguridad, solo tendremos que esperar de manera confiada una respuesta que provenga de lo alto.
Vamos a orar.
(Salmos 5:1-3 NTV) Oh SEÑOR, óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido. [2] Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque solo a ti dirijo mi oración. [3] SEÑOR, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes