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Salmos 82:3-4 NTV. «Hagan justicia al pobre y al huérfano; defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos. [4] Rescaten al pobre y al indefenso; líbrenlos de las garras de los malvados.»
Todo el tiempo, la palabra de Dios no hace más que darnos lecciones de vida práctica y real. Y como lo hemos visto a lo largo de nuestra historia política y social, verdaderamente no se ha podido hacer justicia al pobre y al huérfano, ni mucho menos defender los derechos de los oprimidos y los desposeídos.
Yo creo que se hace urgente para quienes ostentan liderazgo hacer viva esta palabra y, de una vez por todas, llevar a la práctica la palabra de Dios.
Termina el verso diciendo: «Rescaten al pobre y al indefenso de las garras de los malvados», y ahí sí, como lo dice el pueblo, «al que le caiga el guante…».
Finalmente, yo solo sé que, de muchas maneras, hasta las personas comunes y corrientes como nosotros, nos podemos hacer parte de ese mismo sistema que es malvado y opresor y terminar siendo parte de lo mismo y de los mismos.
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, tanta arrogancia y tanto individualismo que nos lleva a la maldad y la injusticia. Yo te pido que me permitas, aún así, en la mínima esfera en donde me encuentre, hacer justicia al pobre y al huérfano, defender los derechos de los oprimidos y los desposeídos, rescatar al pobre y al indefenso y librarlos de las garras de mi propia arrogancia y orgullo. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 21 de Enero. Que dicha fuera.
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Salmos 82:3-4 NTV. «Hagan justicia al pobre y al huérfano; defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos. [4] Rescaten al pobre y al indefenso; líbrenlos de las garras de los malvados.»
Todo el tiempo, la palabra de Dios no hace más que darnos lecciones de vida práctica y real. Y como lo hemos visto a lo largo de nuestra historia política y social, verdaderamente no se ha podido hacer justicia al pobre y al huérfano, ni mucho menos defender los derechos de los oprimidos y los desposeídos.
Yo creo que se hace urgente para quienes ostentan liderazgo hacer viva esta palabra y, de una vez por todas, llevar a la práctica la palabra de Dios.
Termina el verso diciendo: «Rescaten al pobre y al indefenso de las garras de los malvados», y ahí sí, como lo dice el pueblo, «al que le caiga el guante…».
Finalmente, yo solo sé que, de muchas maneras, hasta las personas comunes y corrientes como nosotros, nos podemos hacer parte de ese mismo sistema que es malvado y opresor y terminar siendo parte de lo mismo y de los mismos.
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, tanta arrogancia y tanto individualismo que nos lleva a la maldad y la injusticia. Yo te pido que me permitas, aún así, en la mínima esfera en donde me encuentre, hacer justicia al pobre y al huérfano, defender los derechos de los oprimidos y los desposeídos, rescatar al pobre y al indefenso y librarlos de las garras de mi propia arrogancia y orgullo. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes