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Efesios 4:31 NTV. «Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.»
A veces nos preguntamos por qué la vida se nos vuelve monótona, aburrida y sin propósito, y de igual manera nos preguntamos por qué nuestro cuerpo nos duele, o no podemos dormir tranquilamente. La verdad es que todo nuestro ser responde de manera sincrónica a lo que le damos, pues es una máquina inteligente y perfecta que Dios creó para que la cuidemos y de acuerdo a cómo la alimentemos, como le demos el combustible que necesita para vivir, de esa misma manera va a responder.
Por eso debemos tener cuidado con el tipo de combustible que le pongamos a nuestro cuerpo y a nuestro corazón, pues de ello depende el buen funcionamiento de esta pequeña y frágil maquinita que Dios nos ha dado para que vivamos.
En este sentido, el verso de hoy nos dice que nos debemos librar de todo aquello que nos hace tanto daño, como la amargura, que más que traer descanso a nuestra vida, como lo dice su propia estructura, trae un sabor amargo, un dolor, una condición de vida que nos lleva a la muerte, pues de tanto administrarle al cuerpo y al corazón amargura, terminamos por enfermarnos y morir.
Así mismo, el verso nos dice que necesitamos abandonar el enojo, la ira, las palabras ásperas, la calumnia y toda clase de mala conducta, pues si no lo hacemos, esto se puede convertir en un veneno que de tanto en tanto nos produce la muerte espiritual y, por efecto directo, la muerte física.
Yo sé que no es fácil luchar con todo este tipo de emociones que nos pueden sorprender en la cotidianidad y desenfocarnos completamente, pero si te pasa alguna vez, o en algún momento, ya sabes que la mejor salida, como lo dice el verso de hoy, es abandonarlo inmediatamente y para siempre, pues la dicha de Dios es renovarnos cada mañana y darnos nuevas oportunidades para perdonar y sacar de adentro todo aquello que nos hace tanto daño.
Vamos a orar.
Amado Señor, perdóname por mi carácter traicionero que no he podido controlar ni domar. Hoy me entrego a ti, pues reconozco que solo no lo puedo hacer y necesito de ti para poder estar alerta y cambiar todo aquello que me hace tanto daño y necesito sacar de mí para siempre. Te entrego mi vida, mi carácter y mi manera de ser y de responder a la vida, y te pido que me perdones y me ayudes a cambiar verdaderamente, descansando en ti y en tu perfecta paz. Tuyo soy, Señor, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 10 de febrero. Saca de ti, lo que no te hace bien.
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Efesios 4:31 NTV. «Líbrense de toda amargura, furia, enojo, palabras ásperas, calumnias y toda clase de mala conducta.»
A veces nos preguntamos por qué la vida se nos vuelve monótona, aburrida y sin propósito, y de igual manera nos preguntamos por qué nuestro cuerpo nos duele, o no podemos dormir tranquilamente. La verdad es que todo nuestro ser responde de manera sincrónica a lo que le damos, pues es una máquina inteligente y perfecta que Dios creó para que la cuidemos y de acuerdo a cómo la alimentemos, como le demos el combustible que necesita para vivir, de esa misma manera va a responder.
Por eso debemos tener cuidado con el tipo de combustible que le pongamos a nuestro cuerpo y a nuestro corazón, pues de ello depende el buen funcionamiento de esta pequeña y frágil maquinita que Dios nos ha dado para que vivamos.
En este sentido, el verso de hoy nos dice que nos debemos librar de todo aquello que nos hace tanto daño, como la amargura, que más que traer descanso a nuestra vida, como lo dice su propia estructura, trae un sabor amargo, un dolor, una condición de vida que nos lleva a la muerte, pues de tanto administrarle al cuerpo y al corazón amargura, terminamos por enfermarnos y morir.
Así mismo, el verso nos dice que necesitamos abandonar el enojo, la ira, las palabras ásperas, la calumnia y toda clase de mala conducta, pues si no lo hacemos, esto se puede convertir en un veneno que de tanto en tanto nos produce la muerte espiritual y, por efecto directo, la muerte física.
Yo sé que no es fácil luchar con todo este tipo de emociones que nos pueden sorprender en la cotidianidad y desenfocarnos completamente, pero si te pasa alguna vez, o en algún momento, ya sabes que la mejor salida, como lo dice el verso de hoy, es abandonarlo inmediatamente y para siempre, pues la dicha de Dios es renovarnos cada mañana y darnos nuevas oportunidades para perdonar y sacar de adentro todo aquello que nos hace tanto daño.
Vamos a orar.
Amado Señor, perdóname por mi carácter traicionero que no he podido controlar ni domar. Hoy me entrego a ti, pues reconozco que solo no lo puedo hacer y necesito de ti para poder estar alerta y cambiar todo aquello que me hace tanto daño y necesito sacar de mí para siempre. Te entrego mi vida, mi carácter y mi manera de ser y de responder a la vida, y te pido que me perdones y me ayudes a cambiar verdaderamente, descansando en ti y en tu perfecta paz. Tuyo soy, Señor, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes