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1 Timoteo 6:9-10 NVI. «Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. [10] Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.»
Seguramente conocemos muchas personas de las que podemos decir: «Qué pesar, ese señor lo único que tiene es plata. Anda solo, vive como si no tuviera nada, y ya no tiene la misma vitalidad que antes». Y qué fácil podemos caer, como lo dice el verso, en la tentación de querer más y más y más, con lo que terminamos siendo esclavos de nuestros muchos deseos.
Sigue diciendo el verso de hoy que estos afanes insensatos y dañinos no hacen más que hundir a la gente en la ruina y la destrucción. Y por eso vemos hogares divididos por causa del dinero y personas enfermas por causa del dinero, hombres infartados, personas acorraladas y otras infelices porque, por causa de su comparación y ambición extrema, nunca van a estar contentos con lo que tienen.
Ahora bien, podemos pensar: «A mí no me pasa eso», «Yo no soy así», pero la realidad es otra, pues perdemos la calma, la alegría y la paz si no tenemos lo que queremos. Termina diciendo el verso: «Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores». Y yo creo que del dicho al hecho, aquí no hay mucho trecho, pues es la realidad de muchas personas y de nuestra sociedad en general.
El amor al dinero, a la fama, al placer y al desbordamiento exuberante de «todo lo puedo y todo lo tengo y hago lo que yo quiera», nos ha enceguecido tanto que ya no podemos ver con claridad, ni distinguir entre lo que nos hace bien y lo que finalmente nos lleva a la destrucción. Terminamos buscándonos males por todo lugar y desviándonos de la fe y de la vida abundante que Dios planeó para nosotros, libres de la ambición y del amor al dinero.
Querido amigo, hoy es necesario pensar si vale la pena esa carrera en la que ando, si vale la pena perder la vida por un centavo más y si vale la pena perder a los que amo y a mí mismo por aparentar y demostrarle a los demás que lo estoy «logrando».
Vamos a orar.
Amado Dios, solo tú me puedes ayudar a parar y a frenar mi carrera loca de buscar y buscar más y más. Hoy decido recuperar mi vida, mi tiempo de descanso, con mis hijos, mi familia y las personas que amo. Decido disfrutar de lo que tengo y renunciar a toda comparación y ambición, pues quiero la vida más que al dinero. Y esto te lo pido agradecido, confiado y dichoso, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 20 de febrero. No se trata de tener más.
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1 Timoteo 6:9-10 NVI. «Los que quieren enriquecerse caen en la tentación y se vuelven esclavos de sus muchos deseos. Estos afanes insensatos y dañinos hunden a la gente en la ruina y en la destrucción. [10] Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores.»
Seguramente conocemos muchas personas de las que podemos decir: «Qué pesar, ese señor lo único que tiene es plata. Anda solo, vive como si no tuviera nada, y ya no tiene la misma vitalidad que antes». Y qué fácil podemos caer, como lo dice el verso, en la tentación de querer más y más y más, con lo que terminamos siendo esclavos de nuestros muchos deseos.
Sigue diciendo el verso de hoy que estos afanes insensatos y dañinos no hacen más que hundir a la gente en la ruina y la destrucción. Y por eso vemos hogares divididos por causa del dinero y personas enfermas por causa del dinero, hombres infartados, personas acorraladas y otras infelices porque, por causa de su comparación y ambición extrema, nunca van a estar contentos con lo que tienen.
Ahora bien, podemos pensar: «A mí no me pasa eso», «Yo no soy así», pero la realidad es otra, pues perdemos la calma, la alegría y la paz si no tenemos lo que queremos. Termina diciendo el verso: «Porque el amor al dinero es la raíz de toda clase de males. Por codiciarlo, algunos se han desviado de la fe y se han causado muchísimos sinsabores». Y yo creo que del dicho al hecho, aquí no hay mucho trecho, pues es la realidad de muchas personas y de nuestra sociedad en general.
El amor al dinero, a la fama, al placer y al desbordamiento exuberante de «todo lo puedo y todo lo tengo y hago lo que yo quiera», nos ha enceguecido tanto que ya no podemos ver con claridad, ni distinguir entre lo que nos hace bien y lo que finalmente nos lleva a la destrucción. Terminamos buscándonos males por todo lugar y desviándonos de la fe y de la vida abundante que Dios planeó para nosotros, libres de la ambición y del amor al dinero.
Querido amigo, hoy es necesario pensar si vale la pena esa carrera en la que ando, si vale la pena perder la vida por un centavo más y si vale la pena perder a los que amo y a mí mismo por aparentar y demostrarle a los demás que lo estoy «logrando».
Vamos a orar.
Amado Dios, solo tú me puedes ayudar a parar y a frenar mi carrera loca de buscar y buscar más y más. Hoy decido recuperar mi vida, mi tiempo de descanso, con mis hijos, mi familia y las personas que amo. Decido disfrutar de lo que tengo y renunciar a toda comparación y ambición, pues quiero la vida más que al dinero. Y esto te lo pido agradecido, confiado y dichoso, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes