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Salmos 14:2 NTV El SEÑOR mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.
Aunque nos parezca imposible de entender, como lo dice el verso de hoy, es real y absolutamente claro que el Señor siempre nos mira desde el cielo, y el verso dice que mira a toda la raza humana: a negros, blancos, amarillos, mestizos, mulatos, indígenas, campesinos, empresarios, a todos, sin distinguir entre unos y otros. Todo el tiempo lo hace.
Y qué hermoso es pensar que nuestro Padre celestial nos mira desde el cielo. Y La verdad, descanso cuando hago conciencia de su amor inagotable, que es cuidador y protector.
Lo más impresionante es que cuando Dios nos mira desde el cielo, lo hace para ver si hay alguien realmente sabio, como lo dice el verso, si alguien busca a Dios. Y la verdad, a veces, y la mayoría del tiempo, cuando miro a mi alrededor y a las personas que hay en cualquier lugar del mundo y en mi propia ciudad, lo menos que veo son personas sabias; Pues lo que pulula en esta época, más que la sabiduría, es la necedad: necedad en el lenguaje, necedad en las decisiones, necedad en las relaciones, necedad porque sí y necedad porque no.
Por eso podemos entender, como lo dice el verso, que lo más importante para Dios es que nosotros le podamos conocer y ser sabios al vivir la vida a su manera y no a la manera de nosotros, que siempre va a ser imperfecta. Y finalmente, si decidimos por fin buscarle a Él, para que una vez le encontremos, no queramos ninguna otra cosa más que hacer su voluntad y vivir la vida en abundancia que Él planeó para nosotros desde la eternidad.
Vamos a orar.
Amado Señor, te necesito más que al aire que respiro, y Tú eres el dueño de ese aire que me mantiene vivo. Hoy decido buscarte a Ti y buscar ser sabio en cada momento de mi vida, de tal manera que no solo te agrade a Ti al hacerlo, sino que a mí mismo me produzca dicha el hacer Tu voluntad y no la mía. Te amo, Señor, y te necesito. Dueño y tesoro mío. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 15 de marzo. Hay que saber escoger.
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Salmos 14:2 NTV El SEÑOR mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.
Aunque nos parezca imposible de entender, como lo dice el verso de hoy, es real y absolutamente claro que el Señor siempre nos mira desde el cielo, y el verso dice que mira a toda la raza humana: a negros, blancos, amarillos, mestizos, mulatos, indígenas, campesinos, empresarios, a todos, sin distinguir entre unos y otros. Todo el tiempo lo hace.
Y qué hermoso es pensar que nuestro Padre celestial nos mira desde el cielo. Y La verdad, descanso cuando hago conciencia de su amor inagotable, que es cuidador y protector.
Lo más impresionante es que cuando Dios nos mira desde el cielo, lo hace para ver si hay alguien realmente sabio, como lo dice el verso, si alguien busca a Dios. Y la verdad, a veces, y la mayoría del tiempo, cuando miro a mi alrededor y a las personas que hay en cualquier lugar del mundo y en mi propia ciudad, lo menos que veo son personas sabias; Pues lo que pulula en esta época, más que la sabiduría, es la necedad: necedad en el lenguaje, necedad en las decisiones, necedad en las relaciones, necedad porque sí y necedad porque no.
Por eso podemos entender, como lo dice el verso, que lo más importante para Dios es que nosotros le podamos conocer y ser sabios al vivir la vida a su manera y no a la manera de nosotros, que siempre va a ser imperfecta. Y finalmente, si decidimos por fin buscarle a Él, para que una vez le encontremos, no queramos ninguna otra cosa más que hacer su voluntad y vivir la vida en abundancia que Él planeó para nosotros desde la eternidad.
Vamos a orar.
Amado Señor, te necesito más que al aire que respiro, y Tú eres el dueño de ese aire que me mantiene vivo. Hoy decido buscarte a Ti y buscar ser sabio en cada momento de mi vida, de tal manera que no solo te agrade a Ti al hacerlo, sino que a mí mismo me produzca dicha el hacer Tu voluntad y no la mía. Te amo, Señor, y te necesito. Dueño y tesoro mío. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes