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1 Pedro 1:3 NVI. «¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.»
Yo creo que la misericordia es más que la exención del castigo que merecemos por nuestros pecados. Es recibir un regalo inmerecido: la salvación, el mayor regalo inmerecido. El sacrificio que Jesús hizo por nosotros, los pecadores que lo rechazamos, nos muestra la misericordia en su forma más poderosa.
Pues, como lo dice el verso, «Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva». Ahora, podemos recibir la vida eterna si tan solo la aceptamos, pues para recibirla debemos voluntariamente y conscientemente decir que si a Dios.
Esa es la esperanza viva, real que existe y está disponible para todos nosotros, la de conscientemente reconocer que la vida eterna la debemos recibir y asegurar en este lugar, si aceptamos a Jesús como Señor y salvador, y como el dador de una nueva vida para nosotros.
Vamos a orar.
Tú eres mi esperanza viva, Señor, la esperanza y la seguridad de la vida eterna. Hoy decido entregarte mi vida, mi mente y mi corazón. Tuyo soy y para siempre. Gracias por tu perdón y por darme todo lo que tengo y lo que soy, aun sin merecerlo. Hazme nacer de nuevo, Señor. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 23 de marzo. Misericordia.
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1 Pedro 1:3 NVI. «¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.»
Yo creo que la misericordia es más que la exención del castigo que merecemos por nuestros pecados. Es recibir un regalo inmerecido: la salvación, el mayor regalo inmerecido. El sacrificio que Jesús hizo por nosotros, los pecadores que lo rechazamos, nos muestra la misericordia en su forma más poderosa.
Pues, como lo dice el verso, «Por su gran misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva». Ahora, podemos recibir la vida eterna si tan solo la aceptamos, pues para recibirla debemos voluntariamente y conscientemente decir que si a Dios.
Esa es la esperanza viva, real que existe y está disponible para todos nosotros, la de conscientemente reconocer que la vida eterna la debemos recibir y asegurar en este lugar, si aceptamos a Jesús como Señor y salvador, y como el dador de una nueva vida para nosotros.
Vamos a orar.
Tú eres mi esperanza viva, Señor, la esperanza y la seguridad de la vida eterna. Hoy decido entregarte mi vida, mi mente y mi corazón. Tuyo soy y para siempre. Gracias por tu perdón y por darme todo lo que tengo y lo que soy, aun sin merecerlo. Hazme nacer de nuevo, Señor. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes