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1 Pedro 1:14 NTV. «Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia.»
Si el enemigo ya no puede controlarte, trabajará para inmovilizarte y para anular, de la manera que sea, tu progreso espiritual. Recaer siempre es volver al mismo hueco y al mismo abismo que solo trae muerte, desolación, tristeza y soledad.
Por eso, no puedes olvidar lo desesperado, perdido y confundido que estuviste, solo por satisfacer una vez más un deseo que solo puede satisfacer y llenar Dios. No tienes que revivir esos días. Más bien, pregúntale a Dios: «¿Qué quieres que haga hoy?» Y en el reposo de su susurro, dale unos momentos para que te hable.
Vamos a orar.
Amado Señor, sabes que solo no puedo, y en mis fuerzas, menos. No quiero volver atrás, ni mucho menos causarme dolor y traer angustia y muerte a mi vida y la de las personas que amo. Háblame, Señor, sáname, límpiame y déjame fijar mis ojos en ti. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 24 de marzo. ¿Cómo puedo evitar recaer?
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1 Pedro 1:14 NTV. «Por lo tanto, vivan como hijos obedientes de Dios. No vuelvan atrás, a su vieja manera de vivir, con el fin de satisfacer sus propios deseos. Antes lo hacían por ignorancia.»
Si el enemigo ya no puede controlarte, trabajará para inmovilizarte y para anular, de la manera que sea, tu progreso espiritual. Recaer siempre es volver al mismo hueco y al mismo abismo que solo trae muerte, desolación, tristeza y soledad.
Por eso, no puedes olvidar lo desesperado, perdido y confundido que estuviste, solo por satisfacer una vez más un deseo que solo puede satisfacer y llenar Dios. No tienes que revivir esos días. Más bien, pregúntale a Dios: «¿Qué quieres que haga hoy?» Y en el reposo de su susurro, dale unos momentos para que te hable.
Vamos a orar.
Amado Señor, sabes que solo no puedo, y en mis fuerzas, menos. No quiero volver atrás, ni mucho menos causarme dolor y traer angustia y muerte a mi vida y la de las personas que amo. Háblame, Señor, sáname, límpiame y déjame fijar mis ojos en ti. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes