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Mateo 26:41 NVI. «Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.»
No vamos a lograr que en esta vida no vengan las tentaciones, pues cada día que nos levantamos, la tentación está por todos lados: tentación de murmurar, de seducir, de mostrarnos, de provocar envidia, de tener más, tentación de compararnos, de renunciar, tentación de los ojos, tentación de comer… tentación, tentación.
Con todo esto, yo creo que podemos ver lo débiles que somos para muchas cosas y la manera como no debemos darnos licencias o permitirnos espacios en donde fácilmente podamos caer en tentación.
Por eso, dice el verso: «Estén alerta», y sí que debemos permanecer alerta, pues cuando menos lo imaginamos, ya hemos abierto puertas a la tentación que no debimos haber abierto. Por eso, debemos estar alerta. Esa es la primera vacuna.
En segundo lugar, el verso dice: «Oren para que no caigan en tentación», y la verdad es que cada vez que venga la provocación y la seductora malicia de la tentación, lo que podemos hacer es recordar las palabras de salvación y de vida que Dios nos ha dado para volver a la vida y recuperar la calma y el descanso que solo a través de la oración y de esa conversación íntima con Dios podemos lograr.
Porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. Esa es la segunda dosis de la vacuna: la oración.
Qué dicha que hoy podamos estar alerta y, en ese estado, podamos identificar todo aquello que nos hace caer y debilitarnos como personas y en nuestras relaciones interpersonales y con nosotros mismos. Así mismo, no dejes de orar, de rezar o de hablar con Dios, pues Él es el consejero fiel que lo conoce todo, hasta el más íntimo secreto. y allí, en ese lugar de intimidad con Él, reposar, descansar y contemplar el alivio que viene de lo alto.
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por tu calma y por tu paz que me trae vida y descanso. Ayúdame a estar alerta, vigilante, atento y despierto espiritualmente, pues no quiero perderme sin ti. Enséñame a orar y a permanecer en tu voluntad. Yo quiero aprender y conocer todo de ti.
Sabes que mi cuerpo es débil y mi carne es débil, pero aún así, mi espíritu está completamente dispuesto a dejarse moldear de nuevo por tu perfecto amor. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 25 de marzo. Vacuna contra la tentación.
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Mateo 26:41 NVI. «Estén alerta y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil.»
No vamos a lograr que en esta vida no vengan las tentaciones, pues cada día que nos levantamos, la tentación está por todos lados: tentación de murmurar, de seducir, de mostrarnos, de provocar envidia, de tener más, tentación de compararnos, de renunciar, tentación de los ojos, tentación de comer… tentación, tentación.
Con todo esto, yo creo que podemos ver lo débiles que somos para muchas cosas y la manera como no debemos darnos licencias o permitirnos espacios en donde fácilmente podamos caer en tentación.
Por eso, dice el verso: «Estén alerta», y sí que debemos permanecer alerta, pues cuando menos lo imaginamos, ya hemos abierto puertas a la tentación que no debimos haber abierto. Por eso, debemos estar alerta. Esa es la primera vacuna.
En segundo lugar, el verso dice: «Oren para que no caigan en tentación», y la verdad es que cada vez que venga la provocación y la seductora malicia de la tentación, lo que podemos hacer es recordar las palabras de salvación y de vida que Dios nos ha dado para volver a la vida y recuperar la calma y el descanso que solo a través de la oración y de esa conversación íntima con Dios podemos lograr.
Porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil. Esa es la segunda dosis de la vacuna: la oración.
Qué dicha que hoy podamos estar alerta y, en ese estado, podamos identificar todo aquello que nos hace caer y debilitarnos como personas y en nuestras relaciones interpersonales y con nosotros mismos. Así mismo, no dejes de orar, de rezar o de hablar con Dios, pues Él es el consejero fiel que lo conoce todo, hasta el más íntimo secreto. y allí, en ese lugar de intimidad con Él, reposar, descansar y contemplar el alivio que viene de lo alto.
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por tu calma y por tu paz que me trae vida y descanso. Ayúdame a estar alerta, vigilante, atento y despierto espiritualmente, pues no quiero perderme sin ti. Enséñame a orar y a permanecer en tu voluntad. Yo quiero aprender y conocer todo de ti.
Sabes que mi cuerpo es débil y mi carne es débil, pero aún así, mi espíritu está completamente dispuesto a dejarse moldear de nuevo por tu perfecto amor. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes