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1 Juan 2:3-5 NTV. Podemos estar seguros de que conocemos a Dios si obedecemos sus mandamientos. [4] Si alguien afirma: «Yo conozco a Dios», pero no obedece los mandamientos de Dios, es un mentiroso y no vive en la verdad; [5] pero los que obedecen la palabra de Dios demuestran verdaderamente cuánto lo aman. Así es como sabemos que vivimos en él.
Parece una ecuación sencilla, pero realmente no lo es. La verdad es que cuando no obedecemos al jefe, a los papás, o a las personas que tenemos en autoridad, realmente y literalmente nos revelamos.
El verso nos dice que uno de los resultados de conocer a Dios es la necesidad imperiosa de obedecerle y de hacer su voluntad y ya no la nuestra. Así mismo, nos dice que si afirmamos conocer a Dios, pero no obedecemos sus mandamientos ni sus perfectas instrucciones que nos permiten vivir una vida con menos riesgos, nos comportamos como unos mentirosos y no vivimos en la verdad, sino en una mentira que hemos fabricado y con el paso del tiempo se nos ha vuelto común.
Finalmente, el verso dice que en cambio los que obedecen, demuestran con esa obediencia que en realidad aman a Dios y viven en él. Podemos terminar entonces con la siguiente pregunta: ¿Será que te amo, Señor?
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, pues creo que me falta amarte mucho más y conocerte aún más. Solo tú sabes que no he sido fiel y que mi vida se debate entre situaciones en las que obedezco y otras en las que me rebelo contra ti. Ayúdame y cámbiame, Señor, pues solo tú lo puedes hacer verdaderamente, en el nombre de Jesús te lo pido, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 2 de diciembre. Obediencia o rebelión.
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1 Juan 2:3-5 NTV. Podemos estar seguros de que conocemos a Dios si obedecemos sus mandamientos. [4] Si alguien afirma: «Yo conozco a Dios», pero no obedece los mandamientos de Dios, es un mentiroso y no vive en la verdad; [5] pero los que obedecen la palabra de Dios demuestran verdaderamente cuánto lo aman. Así es como sabemos que vivimos en él.
Parece una ecuación sencilla, pero realmente no lo es. La verdad es que cuando no obedecemos al jefe, a los papás, o a las personas que tenemos en autoridad, realmente y literalmente nos revelamos.
El verso nos dice que uno de los resultados de conocer a Dios es la necesidad imperiosa de obedecerle y de hacer su voluntad y ya no la nuestra. Así mismo, nos dice que si afirmamos conocer a Dios, pero no obedecemos sus mandamientos ni sus perfectas instrucciones que nos permiten vivir una vida con menos riesgos, nos comportamos como unos mentirosos y no vivimos en la verdad, sino en una mentira que hemos fabricado y con el paso del tiempo se nos ha vuelto común.
Finalmente, el verso dice que en cambio los que obedecen, demuestran con esa obediencia que en realidad aman a Dios y viven en él. Podemos terminar entonces con la siguiente pregunta: ¿Será que te amo, Señor?
Vamos a orar.
Perdóname, Señor, pues creo que me falta amarte mucho más y conocerte aún más. Solo tú sabes que no he sido fiel y que mi vida se debate entre situaciones en las que obedezco y otras en las que me rebelo contra ti. Ayúdame y cámbiame, Señor, pues solo tú lo puedes hacer verdaderamente, en el nombre de Jesús te lo pido, amén.
MIguel Montes