Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify |
Juan 1:12 NTV Pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.
Lo más hermoso de celebrar la Navidad son los nuevos inicios, los nuevos comienzos, así como cuando nos perdonamos y nos damos una nueva oportunidad, o como cuando nos reconciliamos con nosotros mismos y con los demás y decidimos de una vez por todas dejar de pelear y de hacernos la guerra por todo.
Finalmente, como lo dice la bendita palabra de Dios, no podemos ser jueces de nadie, y más bien sí, debemos cada día tratar de despojarnos de todo aquello que nos hace daño y nos aparta de hacer la voluntad de Dios.
Por eso dice el verso que la clave para cambiar nuestra vida completamente es recibir a Jesús como Señor y Salvador, pues eso nos garantiza nacer de nuevo espiritualmente, ya que es Dios quien nos da esa nueva vida.
Mediante la fe en Cristo, este nuevo nacimiento nos cambia desde adentro y transforma nuestras actitudes, deseos y motivos. Por eso podemos entender que una persona no pertenece a la familia de Dios por nacer en una familia judía o cristiana, pues nadie puede adquirir el nuevo nacimiento por su propia cuenta; y solamente es Dios quien puede otorgarlo.
Así que, si no lo has hecho aún, o consideras que no ha pasado todavía, puedes pedirle hoy a Jesús que te haga una nueva persona, que te permita ir más allá de lo que tu corazón puede sentir o de lo que en nuestras fuerzas y deseos podemos esperar de todo lo que hay a nuestro alrededor, y permitirte un nuevo comienzo, ya que lo tienes completamente disponible, con solo creer que hay un Dios que todo lo ha hecho y que todo lo transforma y hace de nuevo.
Vamos a orar:
Ay, Dios, cuántos años han pasado y yo sin conocerte y sin saber nada de ti. ¡Tremendo tesoro que no he podido entender ni dimensionar! Hoy te entrego mi vida, mi mente, mi corazón y mi voluntad para que las hagas tuyas, completamente tuyas, y me permitas vivir en el propósito que has planeado para mí desde siempre.
Te necesito, Redentor y Señor mío, pues sin ti nada puedo hacer, ni vivir. Decido entregarte mi vida y todo lo que soy, agradecido y confiado, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 25 de diciembre. Una nueva oportunidad.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | RSS
Juan 1:12 NTV Pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.
Lo más hermoso de celebrar la Navidad son los nuevos inicios, los nuevos comienzos, así como cuando nos perdonamos y nos damos una nueva oportunidad, o como cuando nos reconciliamos con nosotros mismos y con los demás y decidimos de una vez por todas dejar de pelear y de hacernos la guerra por todo.
Finalmente, como lo dice la bendita palabra de Dios, no podemos ser jueces de nadie, y más bien sí, debemos cada día tratar de despojarnos de todo aquello que nos hace daño y nos aparta de hacer la voluntad de Dios.
Por eso dice el verso que la clave para cambiar nuestra vida completamente es recibir a Jesús como Señor y Salvador, pues eso nos garantiza nacer de nuevo espiritualmente, ya que es Dios quien nos da esa nueva vida.
Mediante la fe en Cristo, este nuevo nacimiento nos cambia desde adentro y transforma nuestras actitudes, deseos y motivos. Por eso podemos entender que una persona no pertenece a la familia de Dios por nacer en una familia judía o cristiana, pues nadie puede adquirir el nuevo nacimiento por su propia cuenta; y solamente es Dios quien puede otorgarlo.
Así que, si no lo has hecho aún, o consideras que no ha pasado todavía, puedes pedirle hoy a Jesús que te haga una nueva persona, que te permita ir más allá de lo que tu corazón puede sentir o de lo que en nuestras fuerzas y deseos podemos esperar de todo lo que hay a nuestro alrededor, y permitirte un nuevo comienzo, ya que lo tienes completamente disponible, con solo creer que hay un Dios que todo lo ha hecho y que todo lo transforma y hace de nuevo.
Vamos a orar:
Ay, Dios, cuántos años han pasado y yo sin conocerte y sin saber nada de ti. ¡Tremendo tesoro que no he podido entender ni dimensionar! Hoy te entrego mi vida, mi mente, mi corazón y mi voluntad para que las hagas tuyas, completamente tuyas, y me permitas vivir en el propósito que has planeado para mí desde siempre.
Te necesito, Redentor y Señor mío, pues sin ti nada puedo hacer, ni vivir. Decido entregarte mi vida y todo lo que soy, agradecido y confiado, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes