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Hechos 27:25 NVI. Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo.
Muchas personas a nuestro alrededor se pueden contrariar o preocupar por las cosas que nos pasan o por las situaciones que vivimos, y como le pasó a Pablo en medio de la tempestad en el barco rumbo a Roma, a nosotros también nos puede suceder que en el camino de la vida, rumbo a la eternidad, vivamos tiempos difíciles o tempestades de las que pensamos nunca vamos a salir.
Lo mejor de todo es que a Pablo, en medio de su tempestad, Dios le había hablado y le había prometido que no moriría en su tempestad, sino que lo llevaría a donde le había prometido llevarlo para que diera testimonio de su nombre y que, además de ello, le garantizaría la vida a quienes estaban a su alrededor, llevándolos a puerto seguro.
En este sentido, creo yo que podemos dar un parte de tranquilidad, pues si Dios te ha dicho que te llevará a puerto seguro, Él lo va a hacer y más temprano que tarde va a dar muestras reales de su fidelidad a quienes creemos en su palabra y en las promesas que nos ha hecho.
Por eso, como lo dice el verso, podemos decirles a todos los que nos rodean: «¡Ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo».
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por tus promesas de amor, de sustento y fidelidad que me has hecho, pues teniéndote a ti lo tengo todo. Gracias por traer a mi vida la paz y la tranquilidad de que estás obrando tu perfecta voluntad y que a su debido tiempo calmarás lo que ahora se ve como tempestad, en corrientes de agua viva que no dejarán de fluir y de traer bendición a quienes me rodean. Y esto lo oro a ti, agradecido y confiado de tu perfecta voluntad para mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 4ª temporada, 28 de diciembre. Parte de tranquilidad.
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Hechos 27:25 NVI. Así que ¡ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo.
Muchas personas a nuestro alrededor se pueden contrariar o preocupar por las cosas que nos pasan o por las situaciones que vivimos, y como le pasó a Pablo en medio de la tempestad en el barco rumbo a Roma, a nosotros también nos puede suceder que en el camino de la vida, rumbo a la eternidad, vivamos tiempos difíciles o tempestades de las que pensamos nunca vamos a salir.
Lo mejor de todo es que a Pablo, en medio de su tempestad, Dios le había hablado y le había prometido que no moriría en su tempestad, sino que lo llevaría a donde le había prometido llevarlo para que diera testimonio de su nombre y que, además de ello, le garantizaría la vida a quienes estaban a su alrededor, llevándolos a puerto seguro.
En este sentido, creo yo que podemos dar un parte de tranquilidad, pues si Dios te ha dicho que te llevará a puerto seguro, Él lo va a hacer y más temprano que tarde va a dar muestras reales de su fidelidad a quienes creemos en su palabra y en las promesas que nos ha hecho.
Por eso, como lo dice el verso, podemos decirles a todos los que nos rodean: «¡Ánimo, señores! Confío en Dios que sucederá tal y como se me dijo».
Vamos a orar.
Gracias, Señor, por tus promesas de amor, de sustento y fidelidad que me has hecho, pues teniéndote a ti lo tengo todo. Gracias por traer a mi vida la paz y la tranquilidad de que estás obrando tu perfecta voluntad y que a su debido tiempo calmarás lo que ahora se ve como tempestad, en corrientes de agua viva que no dejarán de fluir y de traer bendición a quienes me rodean. Y esto lo oro a ti, agradecido y confiado de tu perfecta voluntad para mi vida, en el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes