Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify |
Proverbios 7:1-4 NTV. «Hijo mío, sigue mi consejo, atesora siempre mis mandatos. [2] ¡Obedece mis mandatos y vive! Guarda mis instrucciones tal como cuidas tus ojos. [3] Átalas a tus dedos como un recordatorio; escríbelas en lo profundo de tu corazón. [4] NVI -Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre».»
Como lo dice el verso, lo mejor que podemos hacer en la vida, en primer lugar, es seguir el consejo de Dios. En segundo lugar, obedecer lo que dice la bendita palabra de Dios, pues si solo leemos y no aplicamos nada, no vamos a lograr una vida espiritual estable llena de vida y no de tristezas y frustraciones.
Tercero, dice el verso: «Vive, sé feliz, disfruta lo que haces, la vida que tienes, tu familia, tus amigos, todo, cada segundo», pues a veces no hacemos nada de esto por estar llenos de queja e insatisfacción.
Cuarto, el verso nos dice: «Guarda mis instrucciones tal como cuidas tus ojos», y qué dicha que así fuera, pues una cosa viene por la otra. Si tenemos las instrucciones bien claras, vamos a cuidar al máximo nuestros ojos, nuestra voluntad y no porque nos cause dificultad, sino porque se vuelve un hábito de vida, algo disfrutable y que terminamos haciendo porque queremos hacerlo y no por obligación ni miedo.
Quinto, «Átalas a tus dedos como un recordatorio; escríbelas en lo profundo de tu corazón», y la única manera de hacerlo es pasando por ahí, cada día de nuestras vidas, pues de tanto y tanto, algo va quedando y se va metiendo hasta el tuétano de los huesos.
Sexto, «Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre»», y qué dicha que, como decisión, anheláramos cada día que lo que corra por nuestras venas sea la sabiduría de Dios, el amor hacia Dios y una profunda convicción de que todo lo tenemos si le tenemos a Él.
Vamos a orar.
Amado Dios, te necesito. Solo tú sabes cuánta sabiduría me falta y cómo lucho para retener tu palabra y para estudiarla y para pasar tiempo contigo. Quiero guardar tu palabra en mí como el mejor tesoro que me limpia, me salva y me llena de la dicha que solo tú me puedes dar. Quiero obedecerte, y no por obligación o miedo, sino por completo gusto, porque sea la única cosa que quiera hacer en la vida. Imprégname de ti, Señor, hasta el tuétano de mis huesos y lo profundo de mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.
Tu Tiempo con el Número Uno. 5ª temporada, 7 de febrero. Seis lucecitas.
Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Suscríbete: Apple Podcasts | Spotify | RSS
Proverbios 7:1-4 NTV. «Hijo mío, sigue mi consejo, atesora siempre mis mandatos. [2] ¡Obedece mis mandatos y vive! Guarda mis instrucciones tal como cuidas tus ojos. [3] Átalas a tus dedos como un recordatorio; escríbelas en lo profundo de tu corazón. [4] NVI -Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre».»
Como lo dice el verso, lo mejor que podemos hacer en la vida, en primer lugar, es seguir el consejo de Dios. En segundo lugar, obedecer lo que dice la bendita palabra de Dios, pues si solo leemos y no aplicamos nada, no vamos a lograr una vida espiritual estable llena de vida y no de tristezas y frustraciones.
Tercero, dice el verso: «Vive, sé feliz, disfruta lo que haces, la vida que tienes, tu familia, tus amigos, todo, cada segundo», pues a veces no hacemos nada de esto por estar llenos de queja e insatisfacción.
Cuarto, el verso nos dice: «Guarda mis instrucciones tal como cuidas tus ojos», y qué dicha que así fuera, pues una cosa viene por la otra. Si tenemos las instrucciones bien claras, vamos a cuidar al máximo nuestros ojos, nuestra voluntad y no porque nos cause dificultad, sino porque se vuelve un hábito de vida, algo disfrutable y que terminamos haciendo porque queremos hacerlo y no por obligación ni miedo.
Quinto, «Átalas a tus dedos como un recordatorio; escríbelas en lo profundo de tu corazón», y la única manera de hacerlo es pasando por ahí, cada día de nuestras vidas, pues de tanto y tanto, algo va quedando y se va metiendo hasta el tuétano de los huesos.
Sexto, «Di a la sabiduría: «Tú eres mi hermana», y a la inteligencia: «Eres de mi sangre»», y qué dicha que, como decisión, anheláramos cada día que lo que corra por nuestras venas sea la sabiduría de Dios, el amor hacia Dios y una profunda convicción de que todo lo tenemos si le tenemos a Él.
Vamos a orar.
Amado Dios, te necesito. Solo tú sabes cuánta sabiduría me falta y cómo lucho para retener tu palabra y para estudiarla y para pasar tiempo contigo. Quiero guardar tu palabra en mí como el mejor tesoro que me limpia, me salva y me llena de la dicha que solo tú me puedes dar. Quiero obedecerte, y no por obligación o miedo, sino por completo gusto, porque sea la única cosa que quiera hacer en la vida. Imprégname de ti, Señor, hasta el tuétano de mis huesos y lo profundo de mi corazón. En el nombre de Jesús, amén.
MIguel Montes